“Hacia una lectura etnográfica: diálogos de ‘memorias’ en Stefano de María Teresa Andruetto”

Adriana Vulponi
PROPALE Facultad de Filosofía y Humanidades. Universidad Nacional de Córdoba.

Stefano aparece publicado en 1997 por Sudamericana, Buenos Aires. Si bien no vamos a detenernos aquí en la historia de su edición y circulación,  ni en la trayectoria particular de la autora, es indudable que se trata de una de las obras más reconocidas. De hecho, por ejemplo, un diario de Córdoba, su provincia, anunciaba en 2009, la recepción del Premio Iberoamericano SM de LIJ, el más importante a la trayectoria, presentándola como “la autora de Stefano”. Sudamericana ha reeditado el libro en varias oportunidades y ha sido publicado –también traducido- en el exterior (Stefanos weite Reise, Atlantis Verlag, Swizerland, 2002, Babel, Bogotá, 2008).
De hecho, la aparición de Stefano de María Teresa Andruetto conlleva un sentido muy particular y representativo en la producción literaria de los noventa en la Argentina. La “lectura etnográfica”[1] que se intenta realizar aquí rescata las voces que trae la novela desde el recuerdo y que dialogan con otras producciones de Córdoba, de Buenos Aires, de ese tiempo y de la historia latinoamericana. Estas voces se constituyen en “informantes” que dan cuenta de un denodado intento de rescate de las memorias: llegó el tiempo de ser contadas, casi como misión. Memorias no sólo de la dictadura, sino también de de los orígenes: de dónde venimos para saber a dónde vamos. Y, en esos orígenes, está nuestra confluencia de las antiguas y no tan antiguas historias, expresiones y personajes tanto nativos como de otros continentes que llegaron para quedarse y trajeron su bagaje -como Stefano- que aún persiste en nosotros.
Las memorias como experiencias y recuerdos puestos en discurso, son propias de la literatura universal. Sin embargo, en tiempos postdictatoriales, cobran un sentido ontológico muy particular y se refundan en su rescate que ahuyenta el olvido, pues, “contarlas a un otro” recupera la existencia.
Cabe aclarar que nos referimos a “las memorias” pues, en la actualidad, se hace hincapié, en general, en la pluralidad de las memorias debido a que no es posible hablar de una memoria única y homogénea en la complejidad de las elaboraciones del pasado que se constituyen en los grupos sociales.(Jelin, 2002; Erice, 2006)
Por otra parte, la novela de Andruetto se inscribe en un espacio tiempo presentando voces sociales que dialogan con otras, conformando una configuración de resonancias locales y contemporáneas, pero que, al mismo tiempo, presentan huellas de la historia y de otras voces provenientes de lugares más lejanos.  
Stefano recuerda su infancia, su madre, su pueblo en Italia y es quien cuenta a Ema sus sentires como inmigrante en todo su recorrido desde la partida de su país, pasando por  estadías transitorias en varias zonas de la Argentina, hasta la llegada a Rosario, donde finaliza. Es importante considerar en esta cuestión, quién es el sujeto que recuerda, qué, cuándo y cómo. Cuáles son sus representaciones del espacio y del tiempo –de qué modo lo constituyen-. Las memorias se concentran en ciertos hitos –acontecimientos, personajes y tiempos- que son puestos en discursos, en formas narrativas. La experiencia se vuelve discurso (Melana, 2001) y la experiencia hecha memoria narrada nunca es totalmente individual, siempre está contenida en marcos sociales (Jelin, 2002; Halbwachs, 2004).
El héroe de la novela se constituye en la representación de un portavoz (Lenoir, 1993) de su grupo social y, aún sin olvidar que es fruto de un trabajo estético y de artistización, es indiscutible la resonancia de su voz con la de otros discursos, ficcionales o no.
La autora se convierte en “informante” a través de su propio discurso acerca del nacimiento de la idea de esta obra:
“Fue más o menos por el año 95, todavía próxima la pérdida de mi papá, en el regreso de un viaje a Necochea, a una feria del libro, apareció el recuerdo del viaje de mi padre a la Argentina. Cuando éramos chicas, cada año mi padre repasaba su viaje de Italia a la Argentina, mirando juntos las fotos "de contacto" de un álbum que tenía, un álbum del viaje, que terminaba con la fecha, 19 de diciembre de 1948, día de su entrada al puerto de Buenos Aires,”[2]
Experiencia que se vuelve discurso, memorias que encarnan en narraciones, aún, como en este caso, la falta de la experiencia relatada, no impide la representación del pasado vivido por otros, una memoria mediada por la escucha de un recuerdo hecho relato: es vivido en su dimensión intersubjetiva y social (Jelin, 2002).
El epígrafe de Pavese remite a la búsqueda de sentido del recuerdo, otro que el  ya visto “la primera vez”.  Al referirse a la influencia de este autor afirma:
“Encontrarme con sus libros me permitió comprender que la lengua que yo hablaba en casa, el castellano de mi casa y de mi gente, con sus coloraturas regionales, está atravesado, casi tanto como el italiano de Pavese, de una presencia piamontesa libre de ostentaciones y pintoresquismos.  Que en su lengua impregnada de hondura, late gris, austera, la tremenda cosmovisión piamontesa del mundo que subyace en mis ancestros y que sostenida por el sustrato regional en que los suyos y los míos habitaron, nos alimenta y nos hermana.”(Entrevista:Romano Sued, s/f)

En el caso de Stefano, la forma novelesca es presentada en su relato:
“Así apareció la idea de una novela de viaje, que es a su vez una estructura posible, ya probada en la literatura, ligada al romanticismo alemán, que "inventó" el genero de la bildungroman/novela de construcción de personaje. Así nació la idea de seguir a un muchachito que sale de allá y llega acá, claro que desde el vamos eso ya se separo de a vida de mi padre, porque el personaje Stefano (mi papa se llamaba Romualdo Stefano) viene en la entreguerra y hace un recorrido que no es el de mi padre aunque hay en ambas historias algunos puntos de contacto”

 Tal como ha señalado la autora, puede inscribirse en la llamada “novela de educación” (bildungsroman). Y dentro de ella, en una subespecie que se destaca como la más importante entre las novelas de desarrollo, puesto que la transformación del hombre se realiza enmarcada en un tiempo histórico real, abarcando diversas dimensiones. En el caso de este tipo de novelas, no se trata, como en otras, de que el personaje aprende a adaptarse y crecer en un mundo estático en una época  que se presenta con sus leyes y por las cuales el hombre debe transformarse, desarrollarse y aprender a funcionar en él. En este otro tipo de novelas, en cambio, el hombre se transforma con el mundo (Bajtín, 1995), pues la historia se ubica en el límite entre dos épocas (“entreguerras”) y entre dos mundos (“el nuevo y el viejo mundo”). El personaje representa un “nuevo hombre” que se gesta en estas tierras: el inmigrante, con toda la carga de sentido histórico, social, de nación y de memoria que ello implica.
En “la escucha” de las voces  novelescas y  de sus autoras en entrevistas, emergieron algunas ideas centrales en los sentidos puestos de relieve. Pues, abriendo la perspectiva,  es importante atender al “diálogo” con otras obras, debates, ideas, que “le dan resonancia” a una particular configuración social. Precisamente, porque así como las memorias no son nunca absolutamente individuales y dialogan con marcos sociales,  tampoco “nunca estamos solos” (Jelin, 2002)
El regreso a la democracia en el país en los ochenta genera todo  un despertar literario –se editan y vuelven a ser apropiadas obras que habían sido prohibidas[3], otras cajoneadas por temor u otras causas, y comienza un desarrollo artístico diferente-, En la LIJ: aparece una mirada -en muchos escritores y sus obras- hacia las memorias personales, familiares y sociales.
En 1991, Perla Suez -reconocida escritora cordobesa de la LIJ- publica Memorias de Vladimir, en Colihue, Buenos Aires. Acerca de su gestación, la autora reflexiona:
“Memorias de Vladimir surgió en base a historias que escuché de mi padre y que tienen que ver con cosas vividas por mi abuelo paterno. Mi abuelo escapó de las hordas del zar de Rusia en épocas de penurias y sus padres murieron en un pogrom, es decir en una racia que los cosacos hacían sobre las aldeas.(…) Varias cosas que escuché de la familia cómo llegó a Argentina buscando otra vida y la memoria un referente esencial que trabajaba en la oscuridad de mí misma.”
           
Al final de la obra, Vladimir se deja arrastrar por los recuerdos hasta que cuenta:
“Sólo volví a la realidad cuando Tobi, mi nieto, me tiró del saco y  dijo:
-Abuelo ¿cómo era esa historia de los cosacos?”
La inmigración[4], la asimilación de tradiciones familiares y sociales diferentes en la construcción de la identidad y la memoria son claves en Stefano también. La reconstrucción de la propia historia, de la historia familiar, es además, la reconstrucción de un nosotros que se encuentra.
Graciela Bialet, -también desde Córdoba- por su parte, aunque no en la década, comenta a raíz de una entrevista que aborda su obra El jamón del sanguche /Norma, 2008):
“Un gustazo personal me di con mi propia tradición árabe heredada por vía materna. Recordé, con la ayuda de mi tía Helen (que aparece como personaje en la novela) los sabores y los olores palestinos de mi infancia, y aproveché para reflexionar sobre la guerra y los prejuicios que los gringos nos imponen culturalmente contra las comunidades musulmanas.” Diario de Feria del Libro Córdoba 2008. Entrevista de Irina Morán.
            Estas obras se inscriben en tendencias de un tiempo y un espacio -los noventa en Córdoba- que se generan y manifiestan en representaciones, y que dialogan, si indagamos, con producciones de Buenos Aires.
Otro carril de la memoria pasa por las huellas de la dictadura militar en los jóvenes de entonces y en los hijos. Los sapos de la memoria de Graciela Bialet, es un exponente de él. Publicada en el mismo año que Stefano, 1997, pero en Córdoba por Op Oloop con el auspicio de la Municipalidad de Córdoba, Fondo Estímulo a la Actividad Editorial Cordobesa, fue (y es) también reeditada y muy leída por alumnos de la escuela secundaria de la ciudad -también  de varias provincias y de México-. Escribe la autora en el epígrafe del primer capítulo: “Yo no sé por qué me tocó a mí,…tal vez sea para que ahora te lo cuente”. Resuenan y dialogan allí las palabras de Stefano, las que le decía a Ema:
“Ahora que te veo andar por la casa, haciendo las cosas de los dos…y la memoria, esa memoria me golpea...sé que todo sucedió para que te lo contara, Ema.” (Andruetto, 1997:91).
 Stefano alude a la marea de recuerdos que siempre vuelve, y a su madre que le decía: “nadie regresó para contarlo”, para contar las experiencias en la América soñada. Alguien tiene la misión de ser portavoz de ese pasado y hacerlo presente. Dice Camilo, un hijo de desaparecidos de la novela de Bialet, que busca conocer la verdad a través de la novela,  al comienzo: “Sospecho que hay cosas de la memoria que esperan por mí.” Es la memoria nuevamente que busca rescatarse para ser contada para poder existir, pues el olvido es una forma de no encontrar dónde adscribirse, dónde asirse, en qué identidad. Y, al final, Camilo termina: “Por eso se los llevaron, porque iban a cambiar el mundo. Ésa es mi herencia. (…) reclamando memoriosa justicia al horizonte…y la sonrisa de mamá me rescata, cada aurora, de la nostalgia.” Y es  la madre la que rescata al hijo, como en Stefano que intercala el relato de la historia con la voz interior de los recuerdos del personaje que escucha a su madre. En Los malaventurados (2000)  – Bien de más en la primera edición de 1992- de Estela Smania también es el hijo quien la recuerda para rescatarla como existente.
Por otra parte, Graciela Bialet al recordar el origen del título hace referencia a otros elementos característicos de “una estética”:
Cada capítulo de la novela inicia con un epígrafe, porque quise (además de promover otras lecturas) resaltar una estética de la época, muy de los años 60-70 donde siempre se citaba en los graffitis a los poetas, pensadores, músicos favoritos. Bueno, en aras de rescatar esa estética de la época, se me vino a la cabeza un dicho alegórico que se usaba por aquellos años para hacer notar que te estaban engañando con algo. Se decía “te quieren hacer tragar un sapo”.(…) el verde de los Falcon y uniformes que usaban los genocidas (…). Los sapos dan saltos, como los que intenté realizar para activar la memoria.” (Entrevista Rogelio Demarchi. La Voz del Interior, Sección Cultura, Córdoba, 8 de mayo de 2004),

Recordemos que, en Los Malaventurados, está presente esta “estética”: el epígrafe en cada capítulo y los “saltos” entre la memoria íntima de Doña Sacramento, la curandera, y la historia de sus acciones en la activación de las memorias –como en Stefano-.
Atravesando distintos géneros discursivos, estas memorias de la dictadura[5] fueron otra tendencia en la escritura de esos años. Graciela Montes, desde Buenos Aires, fue una de ellas: a principios de la década escribe los relatos de la colección de Libros del Quirquincho “Una historia argentina para los que quieran saber de qué se trata” en base a informes de Lilia Ana Bertoni y Luis Alberto Romero, profesores de Historia en la UBA y en la UNLP e  investigadores del CONICET. También publica, en 1996, El golpe y los chicos, Gramón-Colihue.[6]
Y el rescate de las memorias nativas fue la otra vía, que, como Los malaventurados, se intentan poner en el centro, después de tanto tiempo de olvido y aún, desconocimiento. En Córdoba, son muchos los rescates de lo autóctono: otra escritora que alcanza la consagración a través de premios literarios y reconocida en el medio, Lilia Lardone, publica por Colihue –Buenos Aires- en 1994, Nunca escupas para arriba,  una recopilación de Coplas populares de Córdoba que, recuerda su autora: “conseguí consultando en bibliotecas obras ya agotadas de recopiladores como Julio Viggiano Essain y otros autores. Me la pidió Gustavo Roldán para la colección “Los fileteados’”. Y en 1997, aparece en la misma colección El cabeza colorada, esta vez, recopilación de historias y personajes de la memoria oral urbana, presentados en cuentos. Graciela Bialet hace lo propio pero con el interior cordobés en De boca en boca. Historias y leyendas de Córdoba, editado por AZ, Buenos Aires en 1994 (primera edición). [7]Y Los malaventurados  retrata personajes típicos,  costumbres, prácticas y representaciones (Chartier, 2000), carencias, decires de una sociedad rural, representación colectiva del interior del país. Esta tendencia a recuperar lo nativo autóctono a través de la memoria: las raíces  provenientes del  interior de la tierra y el tiempo,  no se dan sólo en Córdoba  y Buenos Aires, sino también en el país en general, y aún más allá, en Latinoamérica. Y este rescate no se ocupa en todos los casos de miradas hacia lo local o nacional sino que también aparecen focalizaciones al continente (cabe no olvidar aquí 1492 de Jorge Cuello –publicación de 1997 realizada por CEDILIJ que fue distinguida con la Mención Honorífica del Premio “Alberto Bournichon” al Mejor libro editado en Córdoba, otorgado por la Municipalidad de la ciudad-) para contar “La otra Historia” titulo de la colección de Libros del Quirquincho que inicia la década con su propuesta: “América fue para Colón una sorpresa. Pero América ya estaba antes de que Colón ‘la descubriera’. Y estaba, además, habitada por muchos pueblos (…) Esta es la historia que no se cuenta o se cuenta mal: la historia de los que ya estaban”. Presenta títulos como Los guaraníes, Los incas, Los aztecas, etc. los relatos son de Miguel Palermo en base a informes de Roxana Boixadós.
En Latinoamérica, ya en los ochenta (y aún mucho antes)  se registran innumerables publicaciones con esta tendencia “a contar las historias de memorias nativas”, las historias de estas “otras raíces”. Aquí, en la resonancia de la configuración, aparecen factores internacionales de circulación e imposición de estilos, géneros e ideas. Sólo un ejemplo de esto se encuentra en la colección publicada por el Programa de Coedición Latinoamericana de Libros para Niños, promovido por el Centro Regional para el Fomento del Libro de América Latina y el Caribe, y con el concurso financiero del Fondo Internacional para la Promoción de la Cultura y la División del Fomento del Libro y de los Intercambios Culturales internacionales de la UNESCO: agrupa a editoriales privadas y estatales de los países latinoamericanos. “Su fin es difundir la literatura infantil propia de nuestro entorno” y entre sus títulos se encuentran, por ejemplo: Cuentos, mitos y leyendas para niños de América Latina, Cuentos y leyendas de amor para niños, etc. En esta Coedición participan Brasil, Colombia, República Dominicana, Ecuador, México, Chile, Perú, Bolivia, Puerto Rico, Cuba, Nicaragua y Venezuela. Curiosamente, la Argentina no está allí (pero indagar en esa cuestión es otro tema a investigar).[8]
Los mencionados, son sólo ejemplos de algunos elementos que operan en la armonía de la composición, con sus acordes y resonancias. Hay muchos más autores y obras pero resulta imposible nombrar a todos y profundizar la cuestión en los límites de este espacio.
Otras configuraciones pueden explorarse aún, las de las producciones de las propias autoras que dialogan y se cruzan entre sí. Gastón Sironi(2003), en su comentario Sobre la reedición de Tama, hace un recorrido sobre algunos “lugares centrales” en la obra de Andruetto. Uno es la voz de la  mujer, la de Martirio en Tama, la de Eva en La mujer en cuestión, la de Agnese (la madre) en Stefano. En Los malaventurados también, se dijo, y en la obra de Smania, en general (como en Pido gancho, la niña que busca su identidad como la de El jamón del sanguche de Bialet). La cuestión de género en la LIJ es otro gran elemento a considerar, puesto que la mayoría de los actores involucrados  son mujeres: y, de hecho, estamos hablando de autoras, de un devenir mujer en la escritura (Arán, 2006).
La música triste  acompaña el dolor y el sentir de los personajes: la baguala en Tama, las canciones italianas en Stefano y los acordes del saxo que aprende con su amigo compatriota. Por su parte, Sacramento después de mucho tiempo, cae en la cuenta de que el canto de su madre era triste, “se andaba cantando las tristezas noche y día, ya que la música en los labios puede ser también llanto que se escurre por donde no debiera.”
 Sironi continúa apuntando:“de Tama, anagrama de mata, hay que irse, pero no sólo de Tama”, también del pueblo de Stefano, del país de Juan, de la pobreza, del malvivir. En Memorias de Vladimir,  el personaje también tiene que irse, e intentan hacerle abandonar lo más querido. En Los malaventurados, las hijas de doña Rufina quieren irse y no pueden. La miseria misma les impide dejar a su familia sin su aporte. Y “la vida está en otra parte, como el cielo” en el poema “Teoría del cielo” en Kodak de Andruetto.
Y las opciones son “terribles”: lo amarillo o lo blanco en el hambre de Stefano, “para hoy la yema, la clara para mañana”. La rabia del malaventurado Tobías en la fogata de San Juan: quiere quemarla pero no puede, sin ella no podría luchar por sus hijos, es la única herencia que puede dejarles “y que ellos le pongan voz y la canten y la desparramen”.
La escucha de la voz antigua de los padres: contar la memoria es lo posible, lo necesario. Para eso vivieron los personajes, “para contarlo.” Y las autoras también escriben para contar esa memoria que atraviesa las generaciones, de abuelos y padres a hijos (como aparece en las dedicatorias y en las voces de escritores[9] y personajes).
En la LIJ, el crecimiento de los hijos y su historia es  central en muchas producciones y el valor de la madre acompaña, consuela y, sobre todo, guía.
Resulta oportuno hacer referencia al trabajo realizado por investigadores cordobeses de la Escuela de Letras de la Universidad Nacional de Córdoba, Umbrales y catástrofes: literatura argentina de los ’90 (2003).  La obra es fruto de una actividad académica en equipo, dirigida por Susana Romano Sued, quien justamente aborda Kodak, de María Teresa Andruetto y lo hace desde el arte de evocar. En su primer párrafo dice:
Estas estéticas noventistas conforman legalidades de una escritura que transita entre el duelo y la melancolía, afirmándose finalmente en su realización potencial. Subjetividad, memoria y el mundo de lo íntimo, se tornan una dimensión universal. Es en ese horizonte que se inscribe la poesía de María Teresa Andruetto” (Romano Sued, 2003:241).
En esta investigación, la mencionada autora inicia la presentación del libro haciendo referencia a
“los distintos rumbos que toma la memoria de los argentinos, expresada en las diferentes escrituras, vemos que hay varias modalidades de captación de la catástrofe y captura de la tradición” (Romano Sued,2003:9)
Estas palabras citadas aquí parecen justas para referirse a la lectura[10] de la configuración realizada en cuanto a la circulación y vinculación de ideas afines entre La Literatura legitimada, la general “a secas”, y la LIJ[11].
 Existen, entonces, claras vinculaciones,  circulación de ideas y tendencias en el espacio y el tiempo nacional. Pero más allá del espacio argentino, es importante tener en cuenta, como fue destacado al comienzo, que los tiempos postdictatoriales en las sociedades contemporáneas, en general, han generado un gran desarrollo de producciones intelectuales y artísticas sobre “las memorias”. En un estudio sobre las memorias postfranquistas, por ejemplo, Erice (2006) realiza todo un recorrido sobre los abordajes de la memoria y sus perspectivas en su país –indagando en diversas cuestiones: como el abanico de posiciones diferentes y, hasta opuestas, tales como la afirmación de que se encuentran en un país de “desmemoriados” o de que se enfrentan a un verdadero “estallido de memorias” y en cuanto a los “usos políticos de las memorias”, por un lado se manifiestan quienes sostienen que algunos realizan toda una actualización de pasados: hasta movilización de pasados míticos, en pos de acciones políticas agresivas, chauvinistas y fundamentalistas y, por otro, los que a través de regímenes políticos buscan el total olvido a través de estrategias de reconciliación nacional y amnistías-. Este abanico de posiciones con todas las tonalidades intermedias nos suena muy familiar, también en este país: se trata aquí de una resonancia para una línea más a considerar (aunque no se desarrolle en su complejidad en este espacio, está presente en la perspectiva de la composición general).
Hemos realizado un mínimo recorrido por algunos enfoques y carriles de las memorias en la LIJ cordobesa –sólo iniciando a partir de una obra-, abriendo algunas reinserciones (de ideas, géneros, tendencias) en las argentinas, latinoamericanas y mundiales (de la LIJ y de la literatura en general –“a secas”-), y por los noventa -pero sin olvidar que la producción de esta década no es consecuencia directa y exclusiva de los años inmediatamente anteriores.
 En la aproximación etnográfica intentamos unir ciertos hilos en la escritura de esta lectura para vislumbrar algunos destellos de  composiciones particulares y sus configuraciones así como los modos de inclusión en  composiciones más generales de las que son elementos claves la diversidad de voces y discursos , tanto independientes como interdependientes de los demás (Elías, 1987).
En el centro de las obras consideradas, encontramos las memorias: propias de la literatura universal, pero muy características y reflotadas –tanto como refundadas- en circunstancias históricas particulares -tiempos postdictatoriales, por ejemplo-, como las de los noventa en la Argentina, La dictadura de la década del setenta, con su silenciamiento, generó después, un real centro de miradas artísticas e intelectuales a los pasados,  a las voces y espacios propios, y a la conformación de identidades, concluidos los primeros años de democracia, pasados los ochenta en que se fue movilizando, para operar  de modo central,  ya en el ingreso de la siguiente década –signada por un giro neoliberal en lo político cuya influencia resulta imposible indagar aquí-.
La narración de las memorias, el rescate de sus significados para ahuyentar el olvido y encontrarnos: después de las memorias devastadas por el miedo, después de ser quemadas para que no circulen, para que no se cuente, para que no se diga, para que no se “sea”, se destaca entonces, como una nota característica de la década. El citado trabajo académico dirigido por Romano Sued muestra, en los análisis de obras representativas de la literatura argentina (“a secas”) del momento, el denodado trabajo de los  artistas sobre distintos carriles de las memorias: desde las herencias y tradiciones literarias y políticas para rescatarlas o denostarlas como parte la historia de la literatura y del país mismo, hasta las constituciones míticas de la Pampa como nuestra tierra, de la Nación: en la búsqueda de un nuevo modo de decir y qué decir, a través de las más variadas producciones, quiénes fuimos, quiénes somos, quiénes queremos ser -y cómo escribimos- los argentinos.[12] 







BIBLIOGRAFÍA
-ANDRUETTO, María Teresa.(2009) Hacia una literatura sin adjetivos. Comunicarte, Córdoba.
 ………………………………..(1997) Stefano. Sudamericana, Sudamericana Joven, Buenos Aires.
-ARÁN,P. OLMOS, C, MATTONI, S, PACELLA,C, PATIÑO, R, ROMANO SUED, S (compiladora) (2003) Umbrales y catástrofes: Literatura argentina de los 90. Epoké, Córdoba.
-BAJTIN, Mijail. (1995) Estética de la creación verbal. Siglo XXI, México.
-CHARTIER, Roger.(2000). Las revoluciones de la cultura escrita. Diálogo e intervenciones. Gedisa, Barcelona.
-DÍAZ RÓNNER, María Adelia (2000) “Literatura Infantil de ‘menor’ a ‘mayor’” en Historia Crítica de la Literatura Argentina. Volumen 11: La narración gana la partida. Emecé, Buenos Aires.
-ELÍAS, Norbert. (1987). El proceso de la Civilización. Investigaciones sociogenéticas y psicogenéticas. Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires.
-ERICE, Francisco. (2006). Combates por el pasado y apologías de la memoria, a propósito de la represión franquista. HISPANIA NOVA. Revista de Historia Contemporánea. Número 6 (2006) http://hispanianova.rediris.es
-GÓMEZ, Susana: (2004) Los infinitivos de la lectura. Discursividad e identidades en la juventud argentina de los ’90, Universitas FFyH (UNC), Córdoba.
-HALBWACHS, M., (2004) Los marcos sociales de la memoria. Anthropos, Barcelona.
-JELIN, Elizabeth,(2002) Los trabajos de la memoria. Siglo XXI, Madrid.
-LENOIR, Remi. (1993). “Objeto sociológico y problema social” en Iniciación a la práctica sociológica (Champagne, Lenoir, Merllié, Pinto). Siglo XXI, México.
-SAER, Juan José. (1997) “Una literatura sin atributos” en El concepto de ficción.  Ariel, Espasa-Calpe, Buenos Aires.
-SERRANO, María de los Ángeles.(1984) La literatura infantil argentina. Sus orígenes y evolución inicial (1810-1930). Tesis de Doctorado. Facultad de Filosofía y Letras. Universidad Católica Argentina. Buenos Aires. Dirección Pedro Barcia. Mimeo.
-SMANIA, Estela. (2000) Los malaventurados. Ediciones del Boulevard, Córdoba.
-SORÁ, Gustavo (2009). Etnografía de archivos y sociología reflexiva: contribuciones para una historia social de la edición en Brasil, CONICET, Museo de Antropología. Universidad Nacional de Córdoba, mimeo.

SOBRE STEFANO

-ARÁN, Pampa.(2006) “María Teresa Andruetto: devenir mujer en la escritura” en Estudios. Revista del Centro de Estudios Avanzados. Nº19 Universidad Nacional de Córdoba.
-ESCRIÑA MARTÍ, Estrella (2005)  Novelas que transforman: Stefano de María Teresa Andruetto
-GRASSO, Elena.(s/f) Lugares de la memoria: la reconstrucción del recuerdo en Stefano de María Teresa Andruetto. Cátedra: Teoría y Práctica de la Investigación Facultad de Lenguas – UNC
-MELANA, Marcela (2001). La reconstrucción de un viaje hacia los orígenes: el mar que nos trajo de Griselda Gambaro y Stefano de María Teresa Andruetto. Primer Congreso Nacional Interdisciplinario de Cultura Latinoamericana. Villa María
-
ORIGGI, Alicia (2004) La construcción del Yo narrativo en Stefano de María Teresa Andruetto.
Congreso Internacional. Debates actuales. Las teorías Críticas de la Literatura y la Lingüística. Facultad de Filosofía y Letras. Universidad de Buenos Aires.
-ROMANO SUED, Susana. Entrevista.  Reflexiones en torno al programa de escritura, hechas a partir de una invitación de la Dra. Susana Romano Sued/Cátedra de Estética/Escuela de Letras/ Universidad Nacional de Córdoba
-SIRONI, Gastón (2003) Sobre la reedición de Tama de María Teresa Andruetto.

-Nota: los trabajos críticos de Gastón Sironi(2003), Alicia Origgi(2004), Marcela Melana (2001), Elena Gasso(s/d) y Estrella Escriña Marti(2005) (entre otros) sobre Stefano se encuentran en la página de la autora www.teresaandruetto.com.ar/ - y/o en www.imaginaria.com.ar/.







[1] La idea de abordar esta lectura etnográfica surgió a raíz del planteo de un trabajo de Sorá (2009) referido a la realización de una “etnografía en archivos”.
[2] Las voces de esta autora y de otras que aparecen aquí -que no indican la procedencia de la fuente- son fruto de entrevistas realizadas a los fines de este trabajo.
[3] Sólo un caso representativo es la obra de Laura Devetach, una de las autoras más destacadas del género que realizó sus primeros pasos en Córdoba (Resolución Nº 480 del 23 de mayo de 1979 por el cual se prohíbe la lectura de La torre de cubos en las escuelas). Graciela Montes en El corral de la infancia (Libros del Quirquincho, Buenos Aires, 1990) reproduce en forma completa el Boletín Nº 142 en el cual figura esta  prohibición
[4] Díaz Rönner(2000) también hace referencia a la importancia de esta cuestión.
[5] Cabe agregar aquí La mujer en cuestión de María Teresa Andruetto, que si bien se publica por Alción, Córdoba, ya en la década siguiente, gira en torno a una excautiva en el campo de concentración La Perla, en Córdoba, sólo por citar un ejemplo más.
[6] Sobre este libro, entre otras cuestiones, es entrevistada la autora en el marco de la Feria del Libro Córdoba 2003 por Lilia Lardone y Graciela Bialet, justamente. La entrevista aparece en el Diario de Feria y en la Revista (virtual) quincenal sobre literatura infantil y juvenil Imaginaria, Nª110 Lecturas, 3 de septiembre 2003.
[7] Más en la periferia, en el interior de la provincia de Córdoba, es de destacar en esta tendencia, la obra de Susana Dillon y Elda Durán que publican en 1995, Las huacas del silencio (Letra Buena, Buenos Aires) y Encantos y espantos de la Trapalanda (Universidad Nacional de Río Cuarto). En 1999, aparece Ranquelito (Municipalidad de Río Cuarto), de Susana Dillon, como texto auxiliar de EGB –para citar algunos ejemplos-. Afirmamos  que están en la periferia, pues se trata de obras y autoras que no circulan prácticamente en los eventos, -ferias del libro, por ejemplo- ni en librerías, ni en las palabras de los especialistas de la ciudad. De hecho, en una investigación que realizamos acerca de autores cordobeses para niños junto a Claudia Santanera en los noventa, las descubrimos y las invitamos a una mesa redonda en una Feria del Libro Córdoba, para que “hablaran” de su interesante obra y no hemos oído más de ellas (en ese sentido nos referimos a que se encuentran en la periferia de la cultura cordobesa).
[8] Cabe destacar que hablamos de un  “florecimiento” particular de la década  en el rescate de memorias, en este caso de lo autóctono, en las publicaciones de la LIJ de los noventa, pero es importante inscribir esta tendencia, al menos no olvidar, que se encuentra engarzada en el gran tiempo (Bajtín, 1995), en procesos sociales de larga duración (Elías,1987). Entre las colecciones más leídas en las escuelas  durante la década del setenta se encuentra, por ejemplo, ”El Mirador”, de Editorial Guadalupe (Buenos Aires), dirigida por Dora Pastoriza. En ella, los autores más centrales son José Murillo con títulos como Mi amigo el pespir o El tigre de Santa Bárbara y Beatriz Gallardo de Ordoñez, con Criollo, Indiana, etc. Todas ellas, obras que, evidentemente,  pasaban el filtro como “inofensivas”. Pero podemos ir más atrás aún y considerar la aparición temprana de Shunko, la historia del indiecito escrita en 1949 por Jorge Äbalos que en Córdoba tuvo una gran repercusión por la relación del autor con el medio. En lo que a LIJ argentina se refiere, son innumerables los ejemplos en este sentido, pero el primero registrado en la edición con este propósito explícito y dirigido a los niños, es el destacado por Serrano (1984): se trata Leyendas argentinas para niños,  veinte volúmenes ilustrados, editados por Mauci, sin fecha (se conoce el año de publicación por una reseña aparecida en La Prensa, Buenos Aires, el 16 de agosto de 1905, pág 8, C. 3).
[9] Dice Graciela Bialet, por ejemplo, acerca de Los sapos de la memoria: “yo quería contarles a los pibes (incluidos mis hijos, sus amigos, sus compañeros de colegio…) la otra verdad de la historia(…) Yo quise contar la historia de mi generación”.(Entrevista: Rogelio Demarchi, La Voz del Interior, Sección Cultura, Córdoba, 8 de mayo de 2004 ),
[10] Resulta interesante agregar otro estudio académico de Letras de la UNC que resuena en esta configuración: el de Susana Gómez, Los infinitivos de la lectura. Discursividad e identidades en la juventud argentina de los ’90, Muchos serían los aspectos que sería útil rescatar de allí pero ante la imposibilidad de hacerlo, sólo destacamos un aspecto central considerado en la lectura, como una “instancia de ejercicio del poder (…), el hacer lector resulta un quehacer productor ya que ‘hace ver’ el signo juventud y lo hace existir como instancia identitaria.” (Gómez, 2004:13). 
[11] María Teresa Andruetto, en Hacia una literatura sin adjetivos (2009), indaga en esta relación  a la que caracteriza como “siempre inquietante” entre “literatura para niños y literatura a secas”. Toma como referente el trabajo de Juan José Saer (1997): Una literatura sin atributos: las reflexiones, en este caso, apuntan a  la literatura latinoamericana.

[12] Sostiene Arán acerca del corpus de novelas de Piglia, Kohan y Lojo que analiza: “trabajan en la destrucción y reconstrucción de los ‘mecanismos memorizantes’ de la cultura nacional, mediante el recurso de atravesar en interrogar zonas conflictivas, fantasmáticas, de la literatura, la historia y la política argentina.(…) la memoria es entonces fuente de operaciones retóricas en el sentido de una ‘tejné retoriké’, una productividad que erosiona los saberes adquiridos acerca de algunas de estas cuestiones: las fábulas de identidad, la desacralización o el valor cultural de las obras fundadoras, el vínculo de la narrativa con los relatos alojados en la memoria colectiva, la mitologización de la geografía histórico literaria…”(Arán, 2003:159)
Veamos cómo siguen resonando los acordes de las producciones, esta vez en una lectura de Romano Sued: “Vemos en esta apuesta, la determinación de quien sabe, como sujeto parlante, que por lo mismo que el lenguaje es insuficiente, impulsa el flujo de lo que no termina de no escribirse, en esa página infinita, y no toda que es la Pampa (…) Un umbral desde donde reiniciar la imaginación de la patria, al consuelo de la catástrofe”. (Op.Cit:111)