En Lengua madre, la dictadura atraviesa el exilio interno de una mujer que busca en cartas su propia historia.
“Detrás de las palabras, bien lo sabe, está la historia, y a ella le ha llegado la hora de preguntarse detrás de qué palabras, de qué hechos, está su historia”, dice en su última novela María Teresa Andruetto, que parece ir tejiendo a lo largo de sus libros una misma trama, donde la literatura persiste en su poder de decir lo universal con fragmentos de memoria.
En Lengua madre, Julieta regresa de Munich a la Patagonia tras la muerte de su madre y reconstruye un relato sobre la historia de su familia en la historia de su patria, a través de cartas que su madre recibió y guardó durante más de 30 años. La dictadura, las relaciones filiales entre mujeres de clase media, la escritura de mujeres, la posibilidad de comprender y perdonar, conforman un universo donde la más joven intenta descifrar, en las claves de una época, las razones de su propio exilio interior, para luego decidir qué hacer con lo que hicieron de ella.
¿Podría decirse que uno de los ejes de Lengua madre es que no es posible reconstruir la propia historia sin reconstruir una historia de época?
Exactamente. Las personas – como los personajes - tenemos la ingenuidad de pensar que elegimos libremente y, en realidad, sí hacemos ciertas elecciones de vida, pero hay ciertas condiciones de lo social, de lo político, que nos atraviesan. Otra tesis que sostiene la ficción tiene ver con la relación de las madres con las hijas: nadie está solo ni crea de la nada, uno recibe un legado con el que dialoga y, en algún momento, acepta la herencia para hacer con eso otra cosa.
En La mujer en cuestión (2003) abordás la dictadura desde un lugar vinculado al cuerpo social ¿Cómo surge en este caso desde un lugar más íntimo donde aparece el exilio como algo interior?
Hace 8 años me mudé y encontré entre mis libros una carta de mi madre del año 76. Tomé esa carta como modelo y la multipliqué al infinito, con el registro en la memoria de otras que recuerdo haber recibido. Tenía una conciencia de que estaba atravesando varios puntos de la cuestión histórica corridos de lugar: la madre no está presa exactamente, sino protegida en un sótano, y la abuela hace una especie de apropiación amorosa de la nieta, cosa que en otros contextos es muy común. Algunas cosas tienen que ver con lo político-social y otras con una cuestión cultural y con unas razones del amor.
¿Qué articulación encontrás entre literatura y memoria?
La memoria es todo, o casi todo, a la hora de la construcción de un relato. No hay en mis novelas una voluntad de documentar. Lo que de algún modo testimonia son las emociones, los ecos en los personajes, más que el registro de época. Creo que la literatura ayuda a la reconstrucción de una memoria social desde un lugar menos documental: desde el lugar de una mentira que metaforiza unas verdades. ¿Qué es la ficción si no eso? Una mentira que a veces nos permite ver zonas de lo humano que las verdades no nos permiten ver.
¿Existe una intención de pensar el lugar de la mujer en el espacio social?
Lo que más me atrae, me provoca, es ese lugar donde se funde el adentro con el afuera, y en ese sentido los personajes mujeres me permiten un ir hacia adentro más intenso. Siempre entendí la escritura como un camino de conocimiento, y también son maneras de autoconocimiento esas mujeres por las que he transitado, porque también yo he sido como Ema (abuela en la ficción), muchas veces como Julia (madre) y también como Julieta (hija). Me parece que hay muchas cosas que han ocasionado, sostenido, las mujeres, con su modo de preservar, de enseñar, de condenar. Cuánto de la dictadura se sostuvo por la manera de ser de las mujeres y, a la vez, cuántas cosas se rompieron porque algunas mujeres salieron al espacio público. La literatura baja a mirar al llano: mira en alguien como nosotros y, mirando ese poco, uno puede ver todo.
El estudio de Julieta sobre narradoras y la figura de Doris Lessing podrían señalarse como una zona autobiográfica en la novela ¿Cuál es tu interés por la escritura de mujeres?
Sí, es la primera de mis novelas donde esto aparece. Quizás de todo lo que he escrito, los poemas y Lengua Madre estén en una zona más próxima a un sentir personal. Así como tengo un interés temático por las mujeres, también tengo un interés por la literatura que escriben, pero no por lo que el mercado entiende por “escritura de mujeres”. Me interesa la diversidad de posturas ideológicas, posicionamientos frente al lenguaje, formas de relación con la tradición y la vanguardia, diferencias que asisten a la escritura de las mujeres y los varones. A su vez, Lessing – que es inglesa, nació en Persia y vivió en Rodhesia - hace más potente ese no lugar de Julieta.
¿Qué viene después de Lengua madre?
Comencé una novela que veo como una continuación de ésta: Julieta reconstruye la historia de su padre, y la familia de su padre, a partir de fragmentos de lo oral. Siempre el punto de partida es la forma: acá eran las cartas, ahora las voces.
ANDRUETTO BASICO
Andruetto (1954, Córdoba) es autora de novelas como Tama (1992) y Stefano (1997), el libro de cuentos Todo movimiento es cacería (2002), poemarios como Kodak (2002) y Sueño americano (2009), obras de teatro y numerosos títulos de literatura infantil y juvenil. En los años ’70 estudió Letras en la Universidad Nacional de Córdoba. Fue fundadora del Centro de Difusión e Investigación de Literatura Infantil y Juvenil, coordinó espacios de escritura y talleres en barrios marginales. Ha recibido diversos reconocimientos, como el Premio Novela Fondo Nacional de las Artes por La mujer en cuestión (2002). Hoy está abocada a la escritura y modera un blog sobre narradoras argentinas. Este año publicará un libro de conversaciones con Andrés Rivera, que escribió junto a Lilia Lardone.